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ToggleAlejandro Serralde Solórzano*
El objetivo de las siguientes reflexiones es dar un marco de referencia que ayude al lector a visualizar quién podría ser el hombre que pudiera manejar con éxito la gran cantidad de variables que hay en la dirección de un país, y cuál sería el mejor equipo humano capaz de enfrentar el desafío tan grande que tendrá México a partir del año 2000. La transición presidencial está pensada en las siguientes líneas en términos de los esquemas mentales de un directivo de empresa, sin pretender dejar de lado el hecho de que en cuestión de política la lógica del pensamiento a menudo se presenta algo diferente. Así, las siguientes impresiones nos pueden ayudar a dimensionar las características que deberá tener la persona que podría asumir la responsabilidad presidencial, considerando desde luego que, para la transformación de este país se necesita mucho de todos los ciudadanos.
Lo que está realmente en juego en la transición presidencial es un nuevo y tal vez más duradero proyecto de nación; considero que hasta ahora ha faltado convencimiento en la gran mayoría de los ciudadanos, así como una idea precisa acerca de las opciones más viables para el desarrollo del país.
En la historia de nuestros ancestros hubo una visión fantástica del proyecto de nación, que es la visión que tuvo Tlacaelel, el consejero supremo del rey, quien re-escribe la historia del pueblo azteca modificando la idea que tenían de sí mismos los pobladores y que los presentaba como un pueblo derrotado. Sabemos de la grandeza alcanzada por el pueblo azteca que los llevó en su época a desplegar su señorío hasta Centro y Sudamérica.
Hoy en día la situación no es muy diferente, ya que al escuchar las impresiones de un buen número de conciudadanos resalta su convicción de que este país no tiene remedio y que es necesario emprender el esfuerzo por un rumbo distinto al actual.
La transformación de la imagen que tenemos de nosotros mismos podría impulsarse desde un proyecto de nación elaborado a partir de las posibilidades reales y de las oportunidades que ofrece el contexto geopolítico. Un proyecto elaborado por nuestros mejores talentos y en quienes seamos capaces de depositar nuestra confianza. Sería un equívoco pretender elaborar un plan de nación a partir de una consulta popular, ya que aparte de no ser viable, sería irresponsable, dado el gran rezago cultural que prevalece entre nuestros conciudadanos. Y habrá de ser un proyecto más duradero, porque pienso que no es posible lograr la transformación de un gran sistema en impulsos de 6-12 años. Con todo esto, se requiere un Congreso comprometido por lo menos 10 años, que ayude a dar impulso a los cambios necesarios.
¿Cuáles considero que son los requerimientos de desarrollo que no pueden faltar en el proyecto de nación que impulse el próximo presidente?
Construir un compromiso con la identidad nacional. Hay muchas versiones de identidad nacional; cada persona que viaja al extranjero proyecta un cierto tipo de imagen; los que estamos acá tenemos otra; también los partidos tienen la suya, los comunicadores otra, etc., y así cada sector se siente con el derecho de proyectar una imagen como si esa fuera la verdadera. Los esfuerzos de los diputados de oposición por presentar en el extranjero su visión de las cosas no agregan nada a nuestra identidad nacional y sí en cambio promueve la visión de que existen variadas y encontradas identidades. Nuestro país con todas sus diferencias étnicas, culturales, ideológicas, políticas, etc. tiene una identidad sintetizada en la reciedumbre y la nobleza de su raza, en la inconformidad y en la combatividad, en el orgullo por sus raíces culturales.
Alcanzar un producto interno bruto de cuando menos $ 7,500 dlls per cápita. Este ingreso permitirá acceder a un mejor nivel de distribución de oportunidades de crecimiento y desarrollo, alcanzando tal vez una banda equivalente a la de un país semi desarrollado.
Crear ocho millones de empleos. En consonancia con el comentario anterior, la posibilidad de un ingreso seguro y programable para la población que ha quedado cesante y para aquella generación de jóvenes que se están incorporando a la actividad productiva, podrá ayudar a aminorar todas las tensiones que, lamentablemente, han repercutido en mucha violencia.
Dar solidez a la seguridad nacional. Es importante ver qué debe hacer la nación para poder contar con un sistema de inteligencia que le permita actuar con antelación a hechos como el del operativo Casablanca y otras acciones semejantes. A nuestro país todo mundo lo estudia, lo analiza, lo espía, ya sea en un laboratorio, en el propio territorio, en sus documentos históricos, en sus sedes turísticas; en cambio no parece que tengamos ese recurso que permite efectuar movimientos estratégicos con antelación para reducir nuestra vulnerabilidad y para aumentar nuestras posibilidades de ventaja en campos del interés nacional. Qué podríamos hacer nosotros ante el problema del narcotráfico, o de la farsa de Chiapas, por ejemplo.
Crear un aparato gubernamental competitivo. Así como el Estado ha adelgazado su aparato −por ejemplo podemos señalar a Pemex−, es imperativo no sólo conseguir un sistema gubernamental más ágil y esbelto, capaz de dar todos los servicios con prontitud, efectividad y bajo costo. Impulsando la descentralización y las privatizaciones en su máxima expresión para que le sea posible concentrarse con todas sus fuerzas en la procuración de justicia, en la promoción de nuestro país para atraer inversiones, así como también para llevar al turismo a niveles competitivos. También se requiere competitividad para que ayude a la canalización de tantos seres humanos que normalmente quedan marginados de las organizaciones cuando se aplican criterios de productividad, seres que necesitan de una oportunidad en campos donde sus destrezas son tal vez menores, pero no por ello improductivas.
Alcanzar una competitividad media en la planta empresarial micro, pequeña y mediana. Este es un aspecto que no se ha atendido como se requiere. Las empresas nacionales con competitividad mundial son las grandes empresas y son muy pocas. Lo que hace falta es una mayor competitividad para que sobrevivan la micro, pequeña y mediana empresa. La economía de una nación se fortalece en la medida en que se atienden estos sectores empresariales.
Mejorar la seguridad y bienestar de la población en su conjunto. Hoy en día el control parece estar en manos de la delincuencia. Hasta cuándo esperará el país para contar con un sistema judicial fincado en puestos de trabajo decorosos y bien remunerados.
Favorecer la integridad del ecosistema. Parece que nos estamos comiendo el planeta a rebanadas y no entendemos que éste no se regenera, que la explotación de los recursos naturales es un proceso entrópico. Hay que detener el despilfarro de recursos a través de un cambio de conciencia que ni escuelas, ni autoridades, ni ONG’s han sido capaces de conseguir.
Estrategias de gobierno
Para conseguir que se cubran los mencionados requerimientos de desarrollo, será necesario, desde mi punto de vista, impulsar las siguientes estrategias de gobierno:
- Ampliar la capacidad productiva vía mercado interno y comercio internacional. Son demasiado pocas las empresas que se han dado a la aventura de exportar. En nuestro país hacen falta personas con espíritu empresarial y con disposición al desafío. Hay que formar más gente capaz de correr riesgos, de crear empresa, de exportar, pues de otra manera va a ser sumamente difícil cambiar la realidad nacional. El empresariado mexicano está lejos de alcanzar masa crítica y esto clama la agregación de esfuerzos de gente con iniciativa y de instituciones financieras dispuestas a respaldar al empresariado.
- Adelgazar el aparato gubernamental y aumentar la efectividad del servicio público. Para esto se requiere una auténtica reinvención de los organismos gubernamentales. Se impone llegar a tener claridad acerca de que no es posible seguir soportando un aparato tan grande que no agrega valor. Sin duda se han hecho esfuerzos importantes a través de las privatizaciones, esfuerzos para fortalecer la descentralización, pero todo ello no es suficiente para que el aparato sea más efectivo y menos oneroso. De manera semejante resulta imperativa una reingeniería audaz e inteligente en el terreno fiscal para vacunar al país de los vaivenes del precio internacional del petróleo. Es urgente crear fuentes de ingresos alternativas, combinadas con esfuerzos por aminorar la carga.
- Facultar a los gerentes de las empresas micro, pequeña y mediana. Lamentablemente quienes se dan a la tarea de dirigir estas empresas, no tienen la preparación necesaria y se la pasan resolviendo problemas, que como Peter Drucker comenta, sólo los lleva a ser normales otra vez, pero no los hace crecer. Lo que realmente se necesita es facultar gerencialmente a nuestros pequeños empresarios para que sean capaces de enfrentar el movimiento de la globalización.
- Los pequeños negocios parecen entrar a una fase de extinción, como por ejemplo los talleres automotrices al lado de los Precision Tune y los Grease Monkey; las tintorerías ante los U.S. Clean, etc.
- Impulsar metas sociales en todas las empresas. Es decir, agregar a las metas utilitarias, metas de tipo social ya que no podemos seguir pensando en el Estado como el único benefactor. Al país debemos cambiarlo todos nosotros, cada uno en su propia medida, y cada empresa también debe contribuir para mejorar el nivel social de la población.
- Crear el servicio civil de carrera con elevados estándares de rendimiento, particularmente en los sectores judicial y social.
- Combatir la delincuencia como hasta ahora es tomar el camino equivocado, pues consiste en atacar la consecuencia en vez de atacar las causas. ¿Quiénes tienen el encargo de crear una consciencia ciudadana, una consciencia de responsabilidad de Estado? No estamos haciendo bien las cosas. Se sabe que detrás de cada delincuente hay un pasado familiar desastroso, hay un historial de agresividad, de abandono, de falta de amor. Hay que tomar en cuenta por ejemplo el pavoroso derrumbe de la familia ¿Quiénes son los responsables de crear la moral al seno de este núcleo social? ¿Qué estamos haciendo con estas entidades para que se desempeñen con responsabilidad? Al Estado le toca intervenir al final de la cadena del proceso vicioso. Mejor que empiece contribuyendo a crear un proceso virtuoso.
- Mejorar el ecosistema a través de incentivos a la población. Incentivar a las empresas y a la población civil que hacen un trabajo responsable para regresar a la tierra lo que le hemos quitado puede ayudar a crear una masa crítica y con ella el inicio de un cambio de conducta masivo.
- Aumentar la fuerza empresarial. Hay un esfuerzo muy débil en este país para crear empresarios; hay pocas personas que están dispuestas a correr riesgos, por lo que quien vaya a asumir la dirección del país deberá tener la capacidad para estimular este aspecto. Es necesario poner fin a la satanización del empresariado, pues es claro que en este país esa es la entidad que más puestos de trabajo genera.
Crear condiciones
- El jefe de gobierno podrá impulsar el proyecto de nación en la medida en que sea capaz de crear algunas condiciones que favorezcan el avance hacia un mejor futuro. Considero que las condiciones mínimas serían:
- Concordia. Pero no como la concordia promovida por la COCOPA que ha respondido a intereses de coyuntura partidaria, ni como la supuesta búsqueda de concordia a través del esclarecimiento de Tlatelolco, sino trabajando la consciencia de los conciudadanos, de los miembros de partidos políticos, de los operadores de los medios de comunicación, a través de una cruzada nacional en la que se destaquen los puntos en común de cada parte de cada ciudadano, y desterrando la actitud revanchista y agresiva de políticos y medios arribistas.
- Compromiso con el proyecto de nación. Se necesita ejercer una influencia con autoridad moral para conseguir que los mexicanos dejen de jalar cada quien por su lado y conseguir que abracen un proyecto unitario. Me parece que este aprendizaje en el tema de la democratización ha empezado por el lado equivocado, porque esencialmente la oposición se ha dedicado a cosas superfluas sin tomar en cuenta el interés de la nación. Ha habido una actitud panfletaria de querer poner por delante a la ciudadanía para que cambie el estado de cosas, pero no nos engañemos, mientras la nación no sea fuerte ningún ciudadano lo será. Primero hay que empujar a la nación y no al revés.
- Objetividad de los medios de comunicación. Entre la industria y el comercio de la noticia, lo que nos llega al seno de la audiencia no tiene nada que ver con la realidad, sino más bien tiene que ver con los intereses de aquéllos. En vez de que los medios sean los portadores de la noticia, frecuentemente son los fabricantes truculentos de noticias, los creadores de una realidad virtual que les produce generosos beneficios. La sociedad civil y el Estado necesitan de una prensa hablada, escrita y vista comprometida con el proyecto de nación y con los intereses supremos de la ciudadanía. Hay una verdadera irresponsabilidad en la mayoría de los medios, especialmente en los radiofónicos y obviamente en los diarios amarillistas.
- Es imperativo ayudar a que exista objetividad en los medios de comunicación que tanto impacto tienen en la consciencia colectiva.
- Liderazgo flexible. Entre las características del próximo presidente debería estar la flexibilidad: saber cuándo ser duro y cuándo flexible. Recuerdo una frase de Don Antonio Ortiz Mena cuando estaba en el BID: “Cuando en una nación el contraste cultural es muy grande, la dictadura es inevitable”.
- En nuestra nación los contrastes culturales son inmensos, es así que hasta se antoja calificar de romántico el apostarle a una fórmula puramente democrática. La fórmula del plebiscito es muy tentadora, pero dejar que diga la mayoría cómo deben de ser las cosas sin tomar en cuenta lo que puede suceder si tal mayoría es verdaderamente ignorante, es errar el camino.
- Favorecer una atmósfera de entusiasmo. Quien llegue deberá ser capaz de favorecer la creación de una atmósfera de esta índole, por el bien de la nación entera.
- Comenzar con la humanización del esfuerzo en todos los ámbitos. Se ha llegado el momento no sólo en nuestro país, de comenzar a ofrecer una alternativa distinta frente al paso de la globalización. A través de la globalización cada vez menos dueños gobiernan a más trabajadores; la realidad es terrible y los afanes son esencialmente utilitarios; la especulación en las bolsas de valores y la inversión de capital hablan de que hay pocos valores más importantes que el ser humano. En nuestro país es necesario empezar a humanizar el trabajo.
Por todo lo expuesto, considero que aquella persona que reúna estas características será capaz de darnos un buen gobierno.
Presentación del Ing. Alejandro Serralde en el panel convocado con este tema, como conmemoración por el 25 aniversario de la revista Management Today en español, que se llevó a cabo el 28 de mayo de 1998 en la Ciudad de México.
Artículo publicado en la revista Management Today en español,
Julio de 1998, pp.10-14.
*Alejandro Serralde es consultor en efectividad organizacional
y Presidente de la firma Reddin Consultants.