El Home Office nos llevó a la autoadministración del trabajo y las responsabilidades inherentes, lo que nos lleva a pensar que además de la confianza mutua siempre será necesario contar con un recurso para evaluar el avance.
La experiencia nos ha enseñado que el desempeño será mejor cuando hay claridad de las responsabilidades y de la métrica asociada para posibilitar el conocimiento del avance y fijación de objetivos smart.
Es cierto que no todas las personas son conscientes del rendimiento de su esfuerzo, pues pueden ver transcurrir el tiempo sin que se hagan la pregunta del avance ganado y se quedan solo con la impresión del tiempo transcurrido.
Sabemos que la productividad viene a ser la mejor expresión del aprovechamiento del esfuerzo visto como valor agregado para la organización. Un recuento diario y semanal del avance conseguido resulta más que obligado para sostener la práctica de trabajo a distancia.
El aprendizaje dejado por la emergencia sanitaria y económica, es que en una buena cantidad de organizaciones estaba sobre dimensionado el tamaño del equipo humano.
El shock obligó a la mayoría de los negocios a optimizar el aprovechamiento de todos sus recursos, jugando un papel predominante la energía humana.
Hoy, no solo en modo home office, sino también en modo convencional, la medición de la productividad es mandatorio para asegurar la permanencia.
