Alejandro Serralde*
L. Terry
Un centro comercial es un conjunto de comercios que bajo un mismo techo llevan una vida comercial en común ayudándose unos a otros en cuanto al trafico de gente, aunado a esto hay una serie de ventajas que el propio centro comercial brinda a cada uno de los comerciantes en particular, como es la construcción, especialmente diseñada, el estacionamiento (amplio y cubierto), elevadores, escaleras eléctricas, etc., en pocas palabras, fuera de las comodidades modernas, un tianguis al estilo siglo XX no difiere micho del tianguis pre-colombino: “Individuos formando una familia comercial, reunidos en el tiempo y en el espacio”
Un fresco vientecillo sabroso desciende de los volcanes y estimula a los primeros transeúntes que van reuniéndose en el “tianguis”, donde los comerciantes llamados pochtecayotl, ofrecen sus mercancías que satisfacen los imperativos vitales de los pobladores de la región. Los pochtecas quienes tenían como Dios protector a Yacatecuhtli, organizaban un día a la semana el tianguis, indistintamente en Tenochtitlán y Tlatelolco.
Tianguis del vocablo mexica “teangue o tianguis”, que significa: plaza o mercado (y que perdura hasta nuestros días), reunía a los comerciantes en torno a un área determinada por el consejo municipal. Pero la majestuosa Tenochtitlán, fue cediendo a la influencia de técnicas y conocimientos, del renacimiento, con que los españoles desembarcaron en las costas o puertos de la Nueva España, los indígenas miraban con asombro aquellos templos flotantes donde los hombres barbados transportaban, la más diversa y extraña serie de objetos. Con el mismo asombro se fueron acercando a los sitios de desembarco, para buscar el interés de un intercambio. Y los capitanes aceptaban gustosos los objetos de metales preciosos, a cambio de vistosos artículos que despertaban su curiosidad. En poco tiempo, estos puertos fueron tomando auge y se vieron obligados a protegerse con fortines, de los ataques de barcos piratas, que amenazaban en aquella época las costas del Golfo de México. La cantidad de productos que llegaban a la Nueva España, fue en aumento y los comerciantes empezaron a mover su mercancía a todas las ciudades importantes del país.
En la época de la colonia, cuando estos productos llegaban a las ciudades, los comerciantes buscaban un sitio aledaño al tianguis para exhibir su mercancía y así se fueron fundiendo hasta formar parte de él. Donde el bullicio de los pregoneros cuyo canto era la forma de comunicación publicitaria, hacía la labor de persuasión a la clientela. Conforme evolucionó el comercio, un importante sector con una nueva visión, no estando acordes con la categoría de los tianguis populares, tomaron otro sistema de mercado, para formar su propia unión y se establecieron en pasajes de edificios o buscaron las calles más concurridas, centralizando durante varias décadas el comercio, en el corazón de la Ciudad de México.
Almacenes de los más diversos ramos, casas de telas, boneterías, joyerías, ferreterías y así todo lo que el capitalino necesitaba, tenía por fuerza que ir a buscarlo al primer cuadro, por las calles de Madero, Correo Mayor, Mesones, San Juan de Letrán y muchas más. El constante crecimiento de la población y la concurrencia de nuevos comerciantes convirtieron, materialmente en intransitable este perímetro privilegiado, ya que lo reducido de las calles dificultaba el tránsito, tanto de vehículos, como humano. Este problema propició investigaciones y estudios que condujeran a la más viable solución. Desplazar la corriente de clientela a sitios estratégicamente ubicados en zonas que permitieran mayor comodidad al comprador y una mejor disposición de los establecimientos para dar una adecuada presentación a los productos, permitiendo que el comprador tuviera acceso directo a la mercancía y poder elegir libremente, sin presión del vendedor, el o los artículos que deseaba adquirir. Este fue el primer paso que se dio en materia de tiendas de auto-servicio.
Su éxito fue tan sorprendente que los comerciantes, en su incesante afán de vender-servir, después de minuciosos estudios, coincidieran en reunir, en un mismo sitio, establecimientos de los más variados giros, surgiendo así al concepto de Centros Comerciales. El actual empresario, se enfrenta a un sistema de comercialización con mayores complicaciones, que ha sido ocasionado principalmente por el acelerado crecimiento de nuestra ciudad. Este desarrollo geográfico y demográfico, ha obligado a recurrir a las técnicas de mercado en la planeación de los negocios.
Donde el antiguo pregonero ha cedido su puesto a los medios de difusión, la simple información publicitaria de otras épocas, ha sido reemplazada por la creación de símbolos más persuasivos para despertar el deseo del consumidor. La selección de zonas adecuadas para establecerse, ha dejado de ser obra de casualidad para convertirse en motivo de profundos estudios del lugar, el cual se analiza por medio de compañías especializadas, el potencial y condiciones mercadológicas de la zona. No basta ofrecer simplemente sus productos o servicios; el comerciante moderno necesita hacerlo de una manera agradable y atractiva a sus clientes, conociendo sus hábitos de compra. Esta labor desarrollada individualmente por el comerciante, requiere de una cuantiosa inversión, grandes esfuerzos y prolongados períodos para lograr sus objetivos.
Analizando este fenómeno, nació la idea de lo que hemos denominado “Tianguis del siglo XX”; para dar forma a esta idea se recurrió a una empresa especializada en el área mercadológica, para responder a los siguientes planteamientos:
¿Qué zona de la ciudad reúne las mejores condiciones para la construcción de un centro comercial? Con base en:
- Poder adquisitivo
- Nivel socio-económico
- Hábitos de compra
- Necesidades y gustos por determinado centro comercial
- Preferencia sobre tiendas, almacenes y centros comerciales
Trabajando directamente sobre el concepto Centro Comercial, se determinó:
- Qué gusta de un centro comercial
- Qué disgusta de un centro comercial
- Qué comercios les gustaría encontrar en un centro comercial
De la respuesta a estas preguntas se planeó “El Relox, el tianguis del siglo XX”. Para satisfacer las necesidades de este estudio: la ubicación es privilegiada, la zona Sur de la ciudad, en el perímetro de San Angel. El objetivo; reunir a un grupo selecto de comerciantes, cuyos productos o servicios, satisfagan las necesidades de esta sofisticada área. Los beneficios para el comerciante son sumamente atractivos: desarrollar con éxito sus actividades, con la seguridad de los estudios profesionales que se han llevado a cabo y con el apoyo de importantes programas publicitarios que se tienen proyectados, para crear un tráfico permanente al centro comercial.
El consumidos y el comerciante, se encontrarán con una nueva sensibilidad en el arte de comprar, ya que se conjugan una serie de elementos propicios que favorecen la oferta y la demanda: una arquitectura clásica de finos acabados, artísticas fuentes en los paseos, conciertos clásicos que surgen de una impresionante y estilizada torre que alberga un reloj de sonería electrónica único en México, símbolo del Centro Comercial El Relox, y desde luego un amplio estacionamiento con servicio de elevadores. Sus paseos cubiertos, contienen elementos decorativos y estimulantes, por sus cafés estilo parisino y un sistema de aire acondicionado, que en suma, nos hace sentir diferentes.
Como en París, Roma, Nueva York y Londres, contaremos en México, con lo que calificamos como un importante Centro Comercial de nuestra era, no solamente en cuanto a sus dimensiones, sino por el perfil de los establecimientos que en él se integrarán. Exclusivo y fino en cada especialidad, esta magna obra arquitectónica, marca un importante paso en el sistema comercial metropolitano.
El comercio enriquece a los hombres y a los pueblos, la industria sin él tiene un valor relativo y no puede progresar si no se concreta a un determinado lugar o grupo humano. Ninguna proyección comercial para el futuro, podrá tener horizontes abiertos sin la valorización del presente, que se hace con el conocimiento de las experiencias pasadas. Esto explica la necesidad de conocer la historia del comercio en un país tradicionalmente comercial: México.
Artículo publicado en la revista Management Today en español.
* Alejandro Serralde es consultor en efectividad organizacional
y Presidente de la firma Reddin Consultants.